miércoles, 28 de abril de 2021

Teatro Reseña

200.000 MUJERES


Obra teatral escrita por Anna Tamayo, además actriz intérprete de la misma, y Ángela Palacios, que también la dirige.

La pieza está inspirada en hechos reales acaecidos entre 1617 y 1622, conocidos por Los procesos a las brujas del Valles.

Cataluña no se quedó atrás en cuanto a procesos y ejecuciones se refiere, influenciada por la caza de brujas generalizada en toda Europa. Se sabe que entre 1617 y 1622 se llevaron a cabo 400 ejecuciones documentadas, oficialmente en registros de la época. Cataluña sufrió en el año 1617 una de las peores épocas de su historia: además de epidemias y pestes varias, vivió el llamado “Diluvio” de 1617, que duró varias semanas causando constantes inundaciones y desastres naturales. Todo eso sólo podía tener una razón de ser: el Diablo. De hecho muchas de las persecuciones de brujas se basaban en la creencia de que ellas causaban las tormentas y destrozaban las cosechas. Las autoridades, obviamente, tenían a las brujas como responsables de todo aquello que generase malestar social, así que apoyaron hasta el final esas persecuciones.

Existían personajes que se aprovecharon abiertamente de esos procesos: los cazadores de brujas. Seguramente, el más famoso del territorio fuera Cosme Soler, también llamado Tarragó —del que se hace referencia en la obra teatral—, quien se jactaba de poder descubrir la marca del Diablo en los cuerpos de las acusadas, según él, una marca en forma de pata de gallo. Finalmente, terminó siendo encarcelado por orden del obispo de Solsona, pero fue liberado y prosiguió con sus prácticas hasta el 1620.

El perfil de una bruja era, generalmente, el de una persona pobre, sencilla y analfabeta, vecinas de pequeñas localidades y dedicadas a las labores del campo o al pastoreo.

Sinopsis:

200.000 brujas han sido torturadas y condenadas a muerte en Europa entre los siglos XVI y XVII. Se les acusaba de provocar epidemias, heladas y muertes sobrenaturales, guiadas por el diablo. La Joana, la Jaumeta y la Felipa, herbolaria, partera y campesina, respectivamente, compartían una preocupación y un miedo: ser acusadas, ellas también, de brujería.

 “Jamás te he visto en un aquelarre pero tuve que acusar a alguien para acabar con los tormentos. Se me ocurrió tu nombre porque cuando me llevaban a la cárcel nos encontramos y me dijiste que nunca hubieras creído una cosa así de mí. Te pido perdón, pero si volvieran a torturarme, volvería a acusarte”. Declaración exacta registrada en los Procesos del Vallés. 

Mi crítica: 


Anna Tamayo interpreta en esta obra, , en forma de monólogo, basada en lo acontecido a tres mujeres de un pueblo de Cataluña, acusadas de brujería: la Jaumeta, la Joana y la Felipa, herbolaria, partera y campesina. La actriz Anna Tamayo realiza un trabajo convincente y elocuente; despliega un gran esfuerzo y fuerza interpretativa, con registros que diferencian muy bien a cada una de esas mujeres a las que da vida, con sus cambios de voz y actitud corporal, en un catalán perfectamente entendible y una dicción muy bien trabajada. En un escenario que representa los 3 espacios donde se desarrollan los hechos, cuya escenografía realizada por Bàrbara Massana está recreada con elementos que destacan los ambientes de cada casa. El vestuario diseñado y confeccionado por Ester Buxaus Mir, también está resuelto con leves cambios que la actriz realiza sutilmente en su transformación; también ubica a cada uno de sus personajes, moviendo los elementos escenográficos durante sus mutaciones, mediante movimientos coreográficos. El sonido de ambiente, a cargo de Alba Rubió y la música, envuelven la escena y, crean el clima deseado en cada momento, dotándole del dramatismo requerido con un diseño de iluminación creado por Carlos Montilla, responsable, también, de la fotografía y el cartel. Miriam Marcet se encargó del asesoramiento de voz; Mercè Alegre, de la documentación y el ángel de la guarda, recae en Gerardo Tamayo. 

Esta obra es una muestra de lo que puede provocar la maledicencia, envidia y mentes perturbadas aprovechadas de una situación vulnerable de la qué sacar provecho propio. Muy recomendable, ir a verla en la Sala Fenix. Calle Riereta 31. Desde el 4 de abril hasta el 9 de mayo. Las funciones son en catalán, pero los últimos días serán en castellano. La sala es pequeña y con las restricciones y medidas de precaución por el COVID19, sólo la mitad de su capacidad está habilitada.


©SusanaSosaVillafañe 

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